
Cuando los metros escasean en casa y no disponemos de ese vestidor de ensueño, es inevitable que nos encontremos ante el conocido momento que se tiene lugar dos veces al año: ¡el temido cambio de armario! Mientras que para aquellos y aquellas obsesas del orden la idea de tener que reubicar toda la ropa del armario no suscita terror, o incluso puede resultar apetecible, para muchos otros no deja de ser un verdadero calvario. Para aquellas que visten de forma muy similar durante todo el año, el cambio de armario de otoño implica sólo una leve entrada de chaquetas, jerséis y bufandas, y la salida de algunas sandalias, sombreros y bañadores. Sin embargo, aquellas que deciden reformular totalmente su vestuario durante los meses de más frío, se enfrentan a un desafío mucho más intenso.
No obstante, el cambio de armario tiene un lado positivo que nos pasa desapercibido, o así lo defiende la conocidísima gurú del orden japonesa, Marie Kondo, cuando habla de mantener nuestro guardarropa organizado como una forma de poner en orden también nuestra mente.
Para que la tarea de rescatar las prendas de los altillos o de debajo de la cama y sustituirla por aquella ropa que (seamos sinceras) ya no vamos a utilizar hasta el año que viene, es importante estar bien concienciadas. Para ello, un buen primer paso es aprovisionarnos de una colección de fundas para la ropa, cajas u otras soluciones de almacenaje que vayamos a necesitar.
Una vez te hayas hecho con aquello que consideres necesario, te recomendamos que reserves un día para hacer el cambio de armario y que lo hagas a primera hora de la mañana, ya que ese es el momento en el que nuestra mente aún está fresca y tenemos más energía para ello. ¡Ah! Y si tenías pensado quedar con amigos, déjalo para luego: ordenar tu armario es una tarea que deberías hacer sola. De este modo evitarás distracciones y no estarás influenciada por opiniones externas Regálate un buen desayuno energético, ponte algo de música y… ¡Manos a la obra!
Deshazte de lo que ya no te sirva
Este consejo es aplicable tanto para lo que va a salir de tu armario, como para lo que estás a punto de volver a colocar en él. Hablamos de esas prendas de ropa que por algún motivo sigues manteniendo dentro de tu alguna caja olvidada, pero de las que te niegas a deshacerte. Pues bien: ha llegado el momento de sacarlas, probártelas una última ocasión, y decidir de una vez por todas si te las vas a volver a poner. De no ser así, no esperes más y dónala o revéndela en alguna plataforma de segunda mano como Wallapop. Así estarás contribuyendo también a la economía circular.

Escoge un buen lugar para almacenarla
Para esa ropa que no te vas a poner durante meses, utiliza altillos, canapés de la cama, arcones… Escoge un espacio de la casa que se adapte bien al almacenamiento de tu ropa, pero que al mismo tiempo sea accesible. De este modo, si te surge algún imprevisto (viaje a Tailandia en pleno mes de febrero, una imprevista ola de calor, etc.) podrás acceder fácilmente a la ropa de verano sin tener que volverte loca abriendo cajas.

Encuentra la solución de almacenaje ideal
Prioriza las cajas a las bolsas, en especial aquellas que son fácilmente apilables y que se puedan etiquetar. De esta forma, tu ropa no se arrugará y ahorrarás espacio. Guardar la ropa de forma adecuada facilita su colocación en el armario y nos evitará algún que otro disgusto.

Lava tu ropa antes de guardarla
Sí, aunque seguramente sea lo que menos te apetece, teniendo en cuenta que la vas a guardar y a olvidar durante un tiempo, es importante guardar la ropa limpia y bien aireada, para evitar así que acumulen más polvo del necesario, y lo mismo sucede con las prendas que requieren plancha. Intenta que toda tu ropa esté limpia, que huela bien y que esté bien doblada antes de almacenarla.

Mantén los básicos a mano
Hablamos del conocido fondo de armario, de aquellas prendas que no entienden de temporadas y que nos pueden ser útiles durante todo el año. Camisas blancas, trajes de chaqueta, vaqueros o piezas básicas de calidad que no sean estrictamente tendencia y que no cansen: lo mejor es que sean también de colores neutros, así te será más fácil combinarlas con otras prendas.

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